Autor: Sarah Monsalve // IG: @sarahmonsalve
Cuando optamos por comprar en cantidad – y sin necesidad – prendas que aunque locales, se vuelven acumulación en nuestros armarios, hacemos parte del actual conflicto ambiental en el mundo. Antes de comprar alguna prenda debemos preguntarnos si la necesitamos, si la vamos a utilizar más de una vez, y si nos favorece más allá de que esté de moda. Reflexionar en estas preguntas básicas nos cambiará el proceso de compra.
El consumo de marcas locales debe ser, en lo posible, coherente con la conciencia ambiental. Estamos atravesando una época histórica jamás vivida antes, estar en casa nos ha vuelto -irónicamente- consumidores compulsivos, e incluso, con buena fe por apoyar a nuestros amigos emprendedores o a las marcas que hoy, más que nunca, necesitan de nuestra ayuda para sobrevivir en un sistema económico en decadencia.
Partiendo de eso, podríamos decir que hay que impulsar la compra de productos locales de calidad, pero teniendo en cuenta que el planeta en realidad lo que menos necesita es la contaminación de la producción en masa, y por ende, la basura que se genera a raíz de ello. Tenemos que crear conciencia en la forma en la que estamos consumiendo.
Comprar ropa por simplemente comprar no es una opción muy sostenible, de hecho, ese es el mayor problema del denominado Fast Fashion (tiendas como Zara, Bershka, Pull & Bear), sumado a las malas condiciones laborales en las que es producida la ropa que usamos (aunque muchos no sepan de esta problemática o la ignoren a voluntad).
El consumo de marcas locales debe ser, en lo posible, coherente con la conciencia ambiental. Hay que impulsar la compra de productos locales de calidad, pero teniendo en cuenta que el planeta en realidad lo que menos necesita es la contaminación que se genera a raíz de su producción. Tenemos que crear conciencia en la forma en la que estamos consumiendo.
solo el año pasado la ONU advirtió que la Industria de la moda es la más contaminante del mundo, superando a otras como la manufacturera, la de energía, la de transporte, e incluso la alimentaria. Conocer esta información es realmente alarmante debido al impacto ambiental que produce vestirnos.
Por ejemplo, confeccionar un pantalón de jeans requiere usar 7.500 litros de agua, y debemos recordar al momento de comprar uno nuevo, y muchas veces sin necesidad, que hay lugares donde las personas ni siquiera tienen agua para su consumo básico. Y sucede en Colombia, no solo en África, como solemos pensar para hacernos indiferentes a situaciones que, aunque no las vivimos, no quiere decir que no existan.
Cuando optamos por comprar en cantidad – y sin necesidad – prendas que aunque locales, se vuelven acumulación en nuestros armarios, hacemos parte del conflicto actual con la industria de la moda, en especial, la rápida. Desacelerar los procesos de producción y distribución en este sentido, es, en gran medida, responsabilidad de nosotros como compradores.
Generalmente, ya no compramos algo por necesidad o incluso por gusto y estilo propio, sino por tendencia, por ¨no quedarnos atrás¨, o por lo que es aún más preocupante: por no repetir prendas. Esto último ha incrementado con el furor desbordado de las redes sociales. Plataformas como Instagram (de las más utilizadas en estos tiempos) nos han llevado a crear una concepción superficial de nuestro diario vivir, en el cual, hemos casi que ¨satanizado¨ que nos vean en más de una fotografía con la misma ropa.
¿Es de verdad esto motivo suficiente para contribuir a la destrucción de nuestro planeta? Ni siquiera es sensato si lo pensamos profundamente; la realidad dista de ese concepto: todos usamos la ropa en más de una ocasión y no tiene nada de malo.
El año pasado la ONU advirtió que la industria de la moda es la mas contaminante del mundo, superando a otras como la manufactura, la energía, la de transporte, e incluso la alimentaria. por ejemplo, confeccionar un pantalón de jeans requiere usar 7.500 litros de agua
Antes de comprar alguna prenda debemos preguntarnos si la necesitamos, si la vamos a utilizar más de una vez, y si nos favorece más allá de que esté de moda. Reflexionar en estas preguntas básicas nos cambiará el proceso de compra.
Apoyar entonces los negocios locales siempre es buena idea, sobre todo en este momento en el que la economía aprieta, pero hay opciones de consumismo que empiezan a ser más amigables y responsables con el mundo en el que vivimos, con nuestra evolución como seres humanos, y que incluso, nos ahorrará dinero y ayudará a disminuir la acumulación de ropa que no usamos ni necesitamos.
Algunas buenas ideas para combatir la moda rápida y el consumo excesivo pueden ser: reunirnos con nuestros amigos (así sea virtualmente) e intercambiar prendas, hacer ¨ventas de patio¨, subastar en nuestras redes sociales algunas de las cosas que ya no usamos o hacer trueques por otras que sí queramos o necesitemos en el momento.
También ayuda el que compremos ropa para situaciones específicas, eventos especiales, o porque en realidad, ya no tenemos nada para ponernos.