Por Ángela Molina Castaño | Fotografías Jess Ar
Contra todo pronóstico y estigma esta nueva colección de canciones busca la reivindicación del campesino y sus tradiciones, esos otros sentidos, muchos más dignos y verdaderos, de la palabra montañero. Más que un disco de música parrandera es una declaración del sentimiento que da la conexión profunda con este territorio.
Que a uno lo llamen montañero puede terminar siendo un insulto gravísimo, pues más allá de hablar de una procedencia territorial, tal denominación se ha convertido en sinónimo de mal gusto o ignorancia. Esta situación ha tenido graves repercusiones en las identidades culturales que históricamente nos han caracterizado, pues día a día nos distanciamos de nuestros orígenes campesinos.
La precarización de los trabajos asociados a la agricultura ha venido de la mano con la escasa valoración del conocimiento y esfuerzo de los hombres y mujeres que habitan las zonas rurales de nuestro país. Paradójicamente, a nivel internacional, se habla cada vez más de la importancia de la conservación ambiental, de los beneficios de los productos orgánicos y de la necesidad de proteger las fuentes de agua, todos oficios que han desarrollado siempre los campesinos.
Así, mientras ellos tratan de resistir con dignidad y mantenerse en sus territorios, en las ciudades manejamos un doble discurso, de un lado nos cuesta valorar lo que tenemos y del otro intentamos asimilarnos a las tendencias globales que promueven estilos de vida saludables. Ante esta contradicción surgen propuestas que desde lo cultural pretenden reivindicar los saberes y prácticas campesinas, este es el caso de la agrupación Serranía, que desde hace diez años viene desarrollando un proceso de investigación – creación en el que, además de indagar por los orígenes y diversidad de las músicas del Eje Cafetero, se han ocupado por crear letras que exalten la labor y riqueza de ser y vivir en el campo.
De ahí que, en el 2019 estén lanzando su segundo trabajo musical, que lleva por nombre “Orgullo montañero”, una producción cuidadosa de cada detalle, llena de matices, en la que se expone la riqueza de ritmos de nuestra región, al tiempo que sus letras están llenas de reflexiones en las que se exalta la contribución de las mujeres campesinas a la construcción de nación, la vulnerabilidad social de esta comunidad, su papel en la conservación ambiental y su aporte en la formación de riqueza.
La música parrandera, como se le ha llamado a la diversidad de músicas alegres que se producen en todo el Eje Cafetero, ha sido caracterizada comúnmente como jovial y de doble sentido, sus orígenes son diversos, dan cuenta de la apropiación cultural que se dio en la región desde finales del siglo XIX, donde las rancheras, los corridos, los huapangos y los sones se mezclaron con los bambucos, los pasillos y los porros, dando lugar a un sonido característico, que abrió la puerta a un relato de lo nacional más amplio, en el que se reconocía que Colombia era mucho más que su capital.
Nuestras músicas campesinas irrumpieron sin permiso en la vida de las ciudades, antes que obreros de la construcción o trabajadoras de la industria textil, estos hombres y mujeres eran del campo y esto se vio reflejado en toda la riqueza que aportaron a los sonidos urbanos de ciudades como Medellín, Pereira o Manizales.
“Orgullo Montañero” la creación de Serranía, una agrupación que no teme reconocer su origen campesino, que le apuesta a reivindicar la capacidad creativa de quienes dedican su vida a cultivar nuestros alimentos. Más que un disco es una declaración del sentimiento que da la conexión profunda con este territorio.