Nos fuimos a documentar la Sexta Salvaje, un evento que se realizó en la vía pública, en la carrera sexta con calle 24 esquina en Pereira.
#MusicaC
Toma de la sexta con arte y moda
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Estuvimos con el evento Sexta Salvaje, una actividad que hace un llamado a retomar los espacios públicos de la ciudad desde sus diversas manifestaciones artísticas y culturales.
En la vía pública, exactamente en la carrera sexta con calle 24 esquina en Pereira, hubo presentación musical por parte de TV Junkies desde el balcón de Taller 302, acercando a las personas que transitaban a disfrutar de este espacio. Hicimos un en vivo (que pueden ver haciendo clic aquí) en el que hablamos con Fernando, integrante del Taller, quien nos contó sobre la gestión del evento, la sinergia con otros creativos de Pereira y nos detalló sobre el show de moda que se realizó.
En este reel verán detalles de lo que significó la toma a la sexta y en el podrán percibir un poco lo que fue el evento en la calle.
Cubrimiento en vivo y video: Laura Zapata
Plan C es un proyecto de la Corporación Ciudad Latente, Concertado con la Secretaría de Cultura de Pereira. “Proyecto apoyado por el Ministerio de Cultura Programa Comparte lo que somos”.
TRÁNSITO LIBRE, PIONEROS DEL ROCK PEREIRANO
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Por Alejandro Patiño Sánchez | Fotografías Archivo Memorias del Rock Local Pereira 1989 – 2014
Hace poco menos de 30 años fueron responsables de los primeros registros grabados y prensados profesionalmente en estas tierras en géneros musicales como el heavy metal y el hard rock. En el marco del Festival Internacional Eje Rock 2019 se hará lanzamiento oficial de la reedición de esos primeros álbumes publicados: el EP de 4 canciones en vinilo y el disco compacto Sueños. Clásicos indiscutibles con canciones que sonaron a nivel nacional y recordadas por toda una generación.
Compartimos el texto que acompañará esta nueva publicación: “Sueños de una generación con mucho tiempo por vivir”.
Sin lugar a dudas, dentro de mi colección de rock colombiano el disco más escuchado es Sueños de Tránsito Libre. Lo adquirí en su época de publicación (1995) y lo perdí posteriormente, así que conservo una copia pirata hecha por mí con sus respectivas tapa y contratapa a color, letras en fotocopia a blanco y negro, armado sigilosamente en la caja de plástico para que, en la medida de lo posible, se pareciera al original. Cursaba grado Once cuando lo compré a Titos, hermano de Germán Álvarez, “Hueso”, por 5 mil pesos, recuerdo que fiado y pagado difícilmente a cuotas con lo que alcanzaba a ahorrar de los descansos del colegio. En una de las tantas prestadas le perdí rastro y jamás lo volví a conseguir. Llegó fugazmente a mis manos de nuevo durante una investigación que realicé en 2014 sobre el rock pereirano y aproveché la ocasión para tenerlo otra vez, aunque fuera “quemado”. El original editado imposible de conseguir desde hace un buen tiempo.
Por eso me llenó de emoción cuando Alex Rodríguez, director del sello independiente Green Revolution, me contó de la reedición que tenía en mente, y que además, por si fuera poco, incluiría el EP de 4 canciones publicado en vinilo en 1992. Ambas piezas son indispensables para la historia del rock de la región, no solo porque fueron el primer registro grabado y prensado profesionalmente en estas tierras, sino también por su impacto generacional y circulación nacional. Son el referente para Colombia del rock hecho desde el Eje Cafetero. Y no ha cambiado mucho la ecuación en plena era del Spotify y YouTube.
En la década de los años 80 en Pereira se vivió plenamente el heavy y el naciente hard rock. No hay registros de grabaciones sonoras, aunque ya existía un movimiento y un puñado de agrupaciones que tocaban sin parar donde les fuera posible; algunas de ellas con composiciones propias que alternaban con los clásicos universales que se escuchaban en la radio o en la música importada que algunos traían a la ciudad y otros tantos se encargaban de reproducir en casetes. La música iba de mano en mano, un voz a voz que permitía mantener a los fans, melómanos y músicos al tanto de lo que pasaba en el mundo, particularmente Estados Unidos, España e Inglaterra.
Sin embargo, era una escena underground en medio de los sonidos populares, tradicionales andinos y bailables que ocupaban la mayoría de espacios, portadas y micrófonos. Esa movida hardrockera arrojó en esos años 80 nombres como: Doctor Mortis, Wizard (teloneros de Barón Rojo), Osmosis, La moneda del diablo, Etiopía, Alta Tensión (después Tránsito Libre), Demon, Oxígeno, Compacto, Primera Impresión, entre otros, algunas de esas agrupaciones fueron las primeras bandas formales como tal de John César Noreña y Germán Álvarez antes de Tránsito Libre, o por lo menos, de tener claridad hacía donde iban o que querían. El ambiente por supuesto estaba imbuido también por los conciertos de agrupaciones internacionales que habían llegado a Pereira por primera vez, los españoles Barón Rojo (1987) y los norteamericanos Quiet Riot (1989). En verdad se vivía, soñaba y tocaba en una ciudad rockera. Todos se lo creyeron así, los 90 ya se empezaban a dibujar con entusiasmo, fuerza y convicción de romper el mundo al ritmo de la batería y las guitarras distorsionadas.
Podemos entender entonces a Tránsito Libre como el resumen del metal y el hard rock de una época, había algo ya en el ambiente, en lo que se escuchaba, se soñaba ser y se consumía en términos musicales. Esas agrupaciones labraron el camino, fortalecieron las bases y crearon el trampolín, abonaron terreno en colectivo para lo que se venía. Ninguna de las bandas mencionadas con anterioridad sonó en la radio juvenil o comercial como lo hizo Tránsito Libre, por lo menos a nivel nacional y con una alta rotación. Todos nos sentíamos identificados, eran el orgullo y lo de mostrar, la versión local, y exitosa, de las grandes bandas que escuchábamos, eran como ellos y estaban cerca, los veíamos caminar por la ciudad, los podíamos escuchar y ver en directo una y otra vez; eran nuestros.
Yo vivía en esa época en la calle 14 con carrera segunda, a unas 2 cuadras de la casa de Germán Álvarez que a su vez era el sitio de ensayo de la agrupación. Sentados en un andén o en barra de esquina nos consumimos todo el hard rock posible, mucho llegó gracias a Germán que era una especie de dealer de cintas de VHS y casete, posteriormente de discos compactos, copiados u originales, cuando el formato se popularizó. Gracias a él pudimos conocer y escuchar agrupaciones que nos pusieron a vibrar con su sonido y estilo. Y ellos, los que escuchábamos ensayar y darle duro a la batería cuando pasábamos al frente de esa casa, eran nuestro referente inmediato. Los jóvenes del barrio, los de “esa música”, nos sentíamos orgullosos de lo que teníamos tan cerca de nosotros, al doblar la esquina.
Antes del EP de 4 canciones en vinilo de 1992 (Busca tu libertad, Hay que luchar, Por qué tuve que perderte y Poco tiempo por vivir) y el disco compacto Sueños de 1995 no se tiene noticia de registro alguno grabado y prensado de manera profesional en Pereira. Lo que más se acerca es la tripleta de casetes de metal (Ritual, Belial y Attack) grabados como demos y de forma semiprofesional. Y todo sucedió tan rápido. El 21de enero de 1989 el periódico La Tarde anunciaba un concierto de Alta Tensión en la plazoleta del Prometeo con la siguiente leyenda: “Únicamente para adictos al rock en español”. En la fotografía, a un extremo John César y al otro Germán Álvarez. El 15 de febrero de 1991 de nuevo La Tarde los presentaba como: “la joven agrupación de heavy metal que se ha presentado en concierto junto a otras agrupaciones importantes como Kraken, Código y Estados Alterados de Medellín, Kronos de Cali y Las Gemas de Manizales. El grupo regional también ha conquistado el mercado del vecino departamento de Caldas con su canción Por qué tuve que perderte, éxito que sonó durante varias semanas en la emisora Veracruz de Manizales donde subió a los primeros lugares de sintonía”. Se invitaba a un concierto en La Virginia y la formación ya era casi la definitiva del vinilo y Sueños (John César Noreña; guitarra y voz líder, Germán Álvarez; bajo y coros, Héctor Fabio Sierra; batería, coros, voz líder en 4 canciones y Miguel Ángel Beltrán; teclados y coros) a excepción del baterista que era Antonio José Osorio.
En 1992 graban en Medellín el EP en vinilo que incluía las primeras tomas de Por qué tuve que perderte y Poco tiempo por vivir y con las cuales llegaron a sonar a nivel nacional en la emisora Radioactiva gracias al proyecto y concurso Nuestro Rock, y ser incluidos en el volumen 1 del compilatorio prensado en vinilo ( con Poco tiempo por vivir) y disco compacto en 1993 (con las dos canciones) junto a otras agrupaciones como Aterciopelados, Iván y Lucía, La Derecha, Zigma, Monóxido, entre otras. Fue el momento, el pico más alto de la época con apariciones en la televisión nacional en horario estelar y programas de alta popularidad. Año 1995, graban de nuevo en Medellín Sueños: 13 canciones de puro heavy metal, power ballad y hard rock creado en las calles de Pereira. La cosa no fue fácil, y pese a todo el reconocimiento logrado previamente, hubo hasta dineros prestados de familiares y todo tipo de problemas que resolver en el camino y el momento de la grabación.
El disco era una especie de “Lo mejor” de una generación. Una compilación de canciones de diferentes momentos, emociones, sueños y experiencias de vida y de música. Por ejemplo, las 4 canciones finales fueron compuestas y cantadas por Héctor Fabio Sierra (2 de ellas en inglés), venían de su época con Wizard que nunca grabó. Poco Tiempo por vivir y Por qué tuve que perderte, fueron prácticamente el último coletazo del hard rock en Colombia, o por lo menos de ese que alcanzaría radio comercial y alta popularidad en el movimiento musical colombiano. De las 10 agrupaciones que hacen parte de Nuestro Rock, la única del género era Transito Libre. Estaban ahí, de pelo largo, botas y jeans ajustados al mejor estilo de Bon Jovi, representando una tendencia en medio del pop rock, la fusión, lo alternativo y lo tropical que imperaba ya en ese momento.
Sueños es un disco generacional, todos lo recuerdan, significó poner en el contexto nacional lo que se escuchaba en el barrio y la ciudad. No hay rockero posible en Pereira que no lo recuerde o no haya cantado algunas de sus canciones, y haya soñado como yo tener de nuevo en las manos el disco compacto que tantas alegrías y noches de hard rock en el andén me regaló con sus solos de guitarra penetrantes y letras llenas de nostalgia. De eso que se va y no volverá.
Tránsito Libre. EP en vinilo. 1992.
1 * Busca tu libertad
2 * Hay que luchar
3 * Por qué tuve que perderte
4 * Poco tiempo por vivir
Sueños. Disco compacto. 1995.
5* Sueños
6* …y todo es amor
7* Esperando por ti
8* Tú eres todo
9* Qué intentas demostrar
10* Arco iris de cristal
11* Poco tiempo por vivir
12*Por qué tuve que perderte
13* Ganimedes (instrumental)
14* Mientras la ciudad duerme
15* Heavy ways
16* Hard days and nights
17* Hijos del metal
Formación
*John César Noreña. Guitarra y voz líder.
* Germán Álvarez. Bajo y coros
* Héctor Fabio Sierra. Batería, coros y voz líder en 14, 15,16 y 17
* Miguel Ángel Beltrán. Teclados y coros.
FRANCISCO AGUDELO: UN COLECCIONISTA EJEMPLAR
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AUTOR: Ricardo Montoya// Vinilocos
En esta segunda entrega de Vinilocos, a cargo del investigador y melómano Ricardo Montoya, llegamos a la colección de Francisco Agudelo, un hombre que se ha obsesionado por el buen sonido de la música, las rarezas más antiguas en vinilo y una especial fijación por el formato de 78. Esta es su historia.
Hace unos 50 años empezó a comprar discos, especialmente las baladas que estaban de moda en los 60. En la década del 80 “se pone juicioso” y decide ser coleccionista; empieza a clasificar su música y compra equipos adecuados para escucharla de la mejor manera posible.
Actualmente tiene unos 2.000 elepés y cerca de 1.500 discos de 78 y 45 revoluciones por minuto; además de numerosos casetes. Tres tocadiscos, tres caseteras y dos amplificadores permiten a sus frecuentes invitados disfrutar de la música con un excelente sonido. En ese aspecto, el sonido, es muy cuidadoso como melómano de buen gusto.
La música de su predilección la ha denominado como “romántica vieja”, pues considera que popular no siempre es adecuado ya que muchas de las canciones que escucha no son populares, no se oyen en la radio, casi nadie las conoce, y para disfrutarlas hay que acudir a las colecciones o a las tertulias de amigos con similar gusto musical.
Francisco es un hombre culto que tiene sangre y crianza en el ambiente cultural, hay músicos y escritores entre su familia. Su padre fue profesor y director de emisoras de radio, lo que en algún momento de su vida lo acercó a la realización de algunos espacios radiales de música. Hace poesía seria y también de tono picaresco. Escribe relatos que pueden reunirse como cuentos o quizá armar una novela. Además, canta con buena técnica.
El término de música popular no siempre es adecuado ya que muchas de las canciones que escucha no son populares, no se oyen en la radio, casi nadie las conoce.
Dice no ser hábil en recordar fechas o datos biográficos de los artistas que le gustan, ni tener la capacidad de identificar voces salvo en algunos casos muy puntuales. Pero sí se considera capacitado para complacer en gustos musicales a los amigos e invitados frecuentes a su casa, esos que han tenido la fortuna de conocer y disfrutar de su vasta discoteca. También es capaz de seleccionar la música adecuada para cada ocasión: humor, serenata de amor, despedida, bienvenidas. Con igual precisión receta canciones de música estilizada que se sabe de memoria, para aliviar dolores del alma, stress o angustias. Y acierta.
Posee un rasgo común de los coleccionistas: es cuidadoso con sus discos y los trata con mucha cautela, exagerada para muchos. Los guarda en sus respectivos empaques individuales y embalajes para llevarlos a los encuentros y tertulias de coleccionistas. Sufre cuando oye el ruido de un rayón generado por la aguja sobre el disco, corre inmediatamente a limpiarlo, tiene hasta su propio ritual de limpieza y mantenimiento de sus tesoros de pasta. PreviousColección Historia sonora del tango, escrita y contada por Horacio Arturo Ferrer. Algunas de sus páginas son discos elaborados en plástico.
Foto: Jess Ar | Entre su colección se encuentran discos de principios del siglo XX, de cartón, plástico, publicitarios, entre muchas otras rarezas buscadas por coleccionistas de todo el mundo.
En esta cofradía se respeta el hecho de no tocar los discos de otro, y mucho menos, tomar un ejemplar de la estantería del anfitrión sin su autorización. A propósito de esta costumbre, cuenta Francisco que alguna vez estaba de visita donde un sacerdote amigo y se acercó a mirar sus libros y discos; en determinado momento vio un papelito con una leyenda, se acercó más y leyó: “Dios mío, ¿qué haré para no meterme en lo que no me importa?”. Entendió el mensaje, y cuenta la anécdota a sus invitados cuando los sorprende haciendo lo mismo.
En las tertulias de coleccionistas se le ha despertado el interés por aprender más de música, en el sentido de ponerle cuidado y apreciar lo que cantan algunos intérpretes que no han sido de su agrado, pero en los que, por recomendación de otros contertulios, descubre maravillas que siempre han estado ahí y no les había puesto cuidado.
Paco se siente orgulloso de haber inducido a otras personas, afines en su afición, a asistir a los encuentros de coleccionistas y melómanos en Envigado, Bucaramanga y otras ciudades de Colombia, así como a visitar el Museo del disco y la música en Filandia, Quindío, porque siempre recibe el agradecimiento y los buenos comentarios de quienes siguieron su consejo.
Artículo de interés: El canciller de los coleccionistas de vinilos
Se inició como aprendiz de coleccionista con José Domingo Valencia, a quien le solicitó que lo dejara ir a su casa a escuchar discos para que le enseñara sobre música e intérpretes. Además le aprendió los rituales propios de una sesión de “poner y quitar discos”, algo que siempre practica meticulosamente cuando hace las tertulias en su casa.
se siente orgulloso de haber inducido a otras personas, afines en su afición, a asistir a los encuentros de coleccionistas y melómanos en diferentes ciudades de
Colombia, así como a visitar el museo del disco y la música en Filandia, Quindío
En 1.984 visitó Montevideo donde se hizo amigo de los más connotados coleccionistas y conocedores de tango en Uruguay. Ellos lo llevaron a Buenos Aires y le mostraron todo el ambiente tanguero. Le grabaron muchos casetes con ritmos argentinos que después trajo a Pereira. Nadie por acá conocía o tenía esa música, lo buscaron insistentemente con el interés de copiarla para hacer discos en vinilo piratas. Hasta hoy sigue teniendo relación con sus amigos uruguayos, quienes le envían discos o se los consiguen para que Francisco los recoja cada vez que viaja al sur.
Foto: Archivo particular | Lo primero que hace cuando visita otro país, e inmediatamente después de bajarse del avión, es buscar esos viejos y remotos lugares donde comprar discos. Siempre hay uno que lo espera.
Su última visita fue en 2.018. Viajó a Buenos Aires y a Montevideo con su hija y unos amigos. Como ella y uno de los compañeros de viaje no son coleccionistas, los utilizó como “mulas” para traer parte de su cargamento de joyas de acetato.
En 2018 Ricardo Montoya fue ganador de la convocatoria municipal de Estímulos de la Secretaría de Cultura de Pereira con el trabajo Acetatos y vinilos: colecciones para la historia. Muchas de esas historias de vendedores, coleccionistas y lugares donde este formato musical es el protagonista hacen parte de nuestra sección Vinilocos.
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